FLUIR, LO QUE EL AGUA NOS ENSEÑA
Cuando Bruce Lee proclamó el famoso “be water my friend” o “sé el agua, amigo mío” sabía muy bien lo que decía
En realidad, aparte de sus dotes como actor y de su incomparable dominio de las artes marciales, Bruce Lee era un profundo conocedor del “camino del Tao”, el fundamento de lo que conocemos generalmente como filosofía zen y que normalmente asociamos con una cierta forma de minimalismo encasillada en los tópicos de monjes con el cráneo rapado cuidando jardines de arena y piedras con una envidiable parsimonia, pero capaces de transformarse en grulla o en dragón a través de movimientos imposibles para cualquier humano. Pero la frase del maestro tiene mucha profundidad, el agua está presente como símbolo y metáfora en el zen, en el tao y prácticamente en todas las filosofías orientales, que además de filosofías, es decir, deseo de conocer, son también formas de vida, prácticas para darle sentido a todo lo cotidiano, por pequeño e insignificante que parezca.
Es la gran lección del agua, tomar la forma de lo que surge y sencillamente fluir. Dicho así puede parecer sencillo, pero no lo es tanto, requiere de un cierto esfuerzo. Fluir es adoptar la forma del obstáculo, abrazarlo, bordearlo y si es preciso derribarlo para seguir fluyendo, es lo que enseña el Tao y lo que Bruce Lee quería transmitir en los años 70, cuando todo esto sonaba a chino, y nunca mejor dicho.
Pero hoy, el significado de fluir utilizando el agua como símil es más actual que nunca, quizás porque dedicamos el 80% de toda la energía que desarrollamos a resistir, es decir, lo contrario de fluir, resistir a todo lo que no nos gusta, lo que se opone a nuestras expectativas y deseos, resistirse al cambio, a lo que se interpone entre nosotros y la imagen que queremos proyectar. Digamos que en lugar de fluir como el agua adoptamos la posición de la piedra que ofrece resistencia a la corriente y termina por desgastarse o ser arrastrada. ¿Y si en lugar de sufrir la erosión como la roca, día a día, nos transformamos en el agua que fluye?
Es la receta del pensador y poeta americano William Martin, que además de ser un estudioso del Tao, es en toda regla, un hombre que fluye. Para él y para su mujer con la que comparte toda una filosofía de vida, fluir es un estado natural de aceptación de todo lo que sucede, como aceptamos el sol y la lluvia, el día y la noche, a nadie se le ocurre oponerse a que salga el sol o a que la luna cambie de fase. Desde esa perspectiva nos da un consejo excelente para cualquiera que tenga la sensación de vivir contracorriente, resistiendo, erosionándose…
Siéntate a la orilla de un río algún tiempo
Y mira atentamente como el río
te habla de tu vida.
Y ¿qué nos diría el río si tuviéramos la paciencia zen de pasar un par de horas contemplando cómo fluye el agua? Probablemente, tal como ha escrito el mismo William Martin, nos diría que no aceptemos los mitos modernos sobre lo que es ser joven o envejecer, sobre lo que es producir o estar al margen, ser influyente o ser insignificante, el río nos diría que nos liberemos, que saltemos por encima de los obstáculos, que no nos resistamos a lo que surge sino que busquemos el modo fluir con ello. Fluir como el agua es hacerse mas sabios, y alcanzar también ese punto de profundidad en el que todo lo que vivimos debe ser mas nutritivo para el cuerpo y el alma.
El propio William Martin y su mujer Nancy lo dejaron todo hace unas décadas para vivir en modo nómadas culturales transitando por la naturaleza entre Oregón y California, escribiendo, dibujando… no está mal. No siempre se está en disposición de “tirarse al río de la vida sin salvavidas”, hay que empezar siendo simplemente un reguero, encontrando un curso que nos permita fluir en calma, antes de ser una corriente poderosa aprendamos a fluir tranquilamente. Un último consejo, conviene ver o volver a ver la película del realizador francés Etienne Chatiliez, La vida es un largo río tranquilo.
Os esperamos en HALMMA para fluir con el agua.